
*Ilustración de Óscar Sanmartín
Tal fue la paliza que a la Navidad siguiente, los pajes y los duendes se negaban a ir a Zaragoza.
¡Haremos una huelga! Decían. Menos mal que Melchor había escrito una carta a unos parientes lejanos que tenía en Zaragoza, preguntándoles por las obras de la Romareda. Y éstos le respondieron que al fin se habían terminado las obras y que se habían creado varias explanadas y plazas, entre ellas la de Miguel Merino. Un sitio muy recogido y además, con rampa.
Desde entonces trineos, renos, Papá Noel y sus duendes, camellos, pajes y los Reyes Magos reparten los juguetes desde la Plaza Miguel Merino. Y, aunque están un poco justos, es un sitio discreto, muy cerca del hospital y con rampa.
Por eso, las noches del 24 de diciembre y del 5 de enero, si se presta mucha atención se escuchan unos suaves cascabeles y alegres villancicos. Todo el mundo cree que salen del Auditorio o de la Sala Multiusos, pero no, qué va, salen de la Plaza Miguel Merino…
(Plaza Miguel Merino, Auditorio de Zaragoza).